Una vez realizado el sorteo que definía la fase de octavos de final, comenzaron las especulaciones y conjeturas sobre quienes eran los favoritos en cada serie.

De entrada hay que decir que Italia, pese a su calidad de local, no era considerada favorita para ganar la Copa del Mundo Italia 1934.

Austria, considerada el equipo más maravilloso de Europa y España, parecían contar con la aprobación de la mayoría de los expertos para llevarse la corona. Alemania seguía de cerca junto a los anfitriones.

El camino de los considerados favoritos solo presentaba un problema. El sorteo había dispuesto que estos equipos deberían enfrentarse en el camino hacia la final de la Copa del Mundo Italia 1934.

Solo los germanos habían corrido con suerte evitando a los equipos mas fuertes, pero definitivamente no tenían un camino nada sencillo.

La prensa no estaba muy enterada de la conformación de los equipos y de las reales posibilidades de estos, pero se dieron alegremente a la tarea de establecer pronósticos sobre los resultados que se esperaban.

En la opinión de las mayorías, Argentina, subcampeón vigente, debería vencer a Suecia en su duelo particular. Si bien se conocía que los sudamericanos no presentaban a los mismos jugadores que en Uruguay 1930, se consideraba que el nivel de sus integrantes debería ser muy similar.

Alemania era amplia favorita en su duelo frente a Bélgica y se consideraba que Suiza debería vencer a Holanda, aunque en un duelo muy equilibrado y sudando en serio la camiseta.

En el último duelo de “la primera ala”, Rumania enfrentaba a Checoslovaquia. En un partido muy cerrado, ya que los niveles parecían muy similares, los chicos de la prensa se definieron por los rumanos, quienes ya contaban con experiencia en el mundial anterior.

Los comentaristas sentían que el duelo para definir el pase a la final, debería enfentar a Alemania frente a Suiza y que serían los alemanes quiern disputarían la gran final de esa Copa del Mundo Italia 1934.

El segundo bloque resultaba mas complicado para los expertos. De forma unánime, todos iban con Hungría en su partido frente al exótico Egipto.

Austria era la favorita de todos en su partido contra Francia, muy a pesar de la experiencia de los jugadores franceses en la anterior Copa del Mundo. El “Wunderteam” austriaco, iba a la cabeza de casi todas las apuestas.

España no debería tener problemas para eliminar a Brasil, equipo al que consideraban débil y que ciertamente se encontraba lejos del brillo que lograría años después. En el último encuentro, Italia parecía favorecida por la suerte al tener que enfrentar a Estados Unidos.

Si bien los norteamericanos habían sido semifinalistas en 1930, en su encuenro eliminatorio contra México, disputado en Roma, dieron clara muestra de que no serían pieza.

Para los conocedores, un encuentro entre Austria y España debería definir al segundo finalista. Existía la posibilidad de que los italianos metieran la cola, pero los expertos estaban seguros que los austriacos eran mucho mas equipo que los dueños de casa.

Para los grandes conocedores, la final debería enfrentar a Alemania y Austria y estos últimos deberían consagrarse como campeones del mundo, permitiendo que el futbol europeo se reivindicara ante el mundo.

Faltaba muy poco para conocer si los expertos, en realidad lo eran.